lunes, 1 de marzo de 2010

Bicentenario: Hay una salida

No hay que pagar la Deuda Externa

El intento de destinar el Fondo del Bicentenario, más de 6.500 millones de dólares, al pago de la deuda externa abrió la discusión sobre la legitimidad de seguir este camino. Estamos hablando de más de 175.000 millones de dólares. Año a año, se destinan recursos superiores a los que van a salud, educación o asistencia social, solamente para “cumplir” con los vencimientos, y seguir “pateando” el grueso de la deuda hacia adelante. O se consiguen préstamos para “pagar los anteriores”. Y así, la deuda se va agrandando como una bola de nieve. Cada tanto aparece un gobernante que promete “terminar” con el tema. Surgen así los “canjes”, que reemplazan deuda vieja por nueva, se entregan nuestras riquezas (como pasó con las privatizaciones de Menem), o se pagan miles de millones de dólares al contado “por única y última vez”, como hizo Kirchner con los 10.000 millones al FMI en 2006 (con la excusa de desendeudarnos) ¡Vergonzosas mentiras! La deuda sigue creciendo y transformándose en una hipoteca impagable.

La maldita herencia de la dictadura

La deuda no surgió de la nada. Fue la consecuencia económica del genocidio de la dictadura militar, producto de uno de los negociados más escandalosos de la historia argentina. Se endeudó a las empresas públicas hasta quebrarlas, favoreciendo a los grupos económicos “amigos” de los militares. Miles de millones de dólares quedaron “registrados” como deuda aunque nunca habían entrado al país. Y, para rematar, el fraude: Domingo Cavallo, en 1982, “estatizó” toda la deuda que habían contraído los grupos económicos privados, como Sevel, Citibank, Mercedes Benz, Banco Frances, Minetti, Banco de Londres, entre otros.

Todo esto está probado y documentado. En el año 2000, el juez federal Jorge Ballesteros dictaminó que la deuda contraída durante la dictadura militar era ilegítima y fraudulenta, remitiendo su fallo al Congreso para que este “tomara las medidas correspondientes”. Por supuesto: desde entonces, el expediente duerme en un cajón. Como durmió durante 18 años en la misma justicia, generando que el fallo no pudiera condenar a Martínez de Hoz ni a nadie porque “el delito había prescripto”.

Ahora Cristina Kirchner dice que no se puede investigar porque eso “lo tenía que haber hecho Alfonsín”. Radicales y peronistas se pasan la pelota, haciendo todo lo posible por seguir cumpliendo con los acreedores. Es verdad que Alfonsín no investigó nada y siguió pagando. Más aún, puso de presidente del Banco Central a un ex gerente de la misma dictadura, José Luis Machinea, quien en 1985 estatizó “lo que quedaba” de la deuda privada. Luego vinieron los peronistas con Menem y canjearon los bonos impresentables que venían de la dictadura por otros que les servían a los usureros para quedarse, a precio vil, con las empresas públicas. Por eso la deuda siguió creciendo. Y cuando ya no hubo plata, la Alianza lo trajo de vuelta a Cavallo, que hizo un nuevo Megacanje, agrandando la deuda en 50.000 millones de dólares. Fue un negociado que el propio juez Ballesteros, en otra causa, decidió que ésta también era una estafa.

También el hecho irrefutable de que ya se pagó varias veces: desde 1976, llevamos abonados 220.000 millones de dólares. Pero los Kirchner, con la complicidad de gobernadores como Schiaretti, eligieron el camino de seguir entregando nuestra riqueza. Ningún gobierno pagó más en efectivo que ellos.

De una vez por todas, hay que dejar de pagar

Ahora el gobierno vuelve con la vieja cantinela, de que es imposible dejar de pagar la deuda porque “quedaríamos aislados” o “nos embargarían”. Mientras tanto, la pregunta es: ¿Qué ocurre si continuamos pagando? Porque van 34 años de pagos y aumenta la pobreza, la marginación, y se hunden la educación y la salud públicas. La deuda externa es el gigantesco agujero negro por donde se escapa el esfuerzo del trabajo cotidiano de los argentinos. Y, lo que es peor, por más que se pague, sigue creciendo.

Por eso volvemos a insistir, como dijimos una y mil veces: no hay salida para nuestro país ni para su clase trabajadora, si no dejamos de pagar la fraudulenta, ilegal, inmoral e impagable deuda externa.

Y, si nos quieren embargar o bloquear, tenemos una herramienta: un llamado a todos los países latinoamericanos para conformar un Frente de Deudores, para pelear juntos contra los grandes acreedores poniendo en común los inmensos recursos económicos, energéticos y naturales del subcontinente.

No es un camino sencillo. Pero es el único posible de transitar. A 200 años del comienzo de las luchas por nuestra liberación de España, el no pago de la deuda es el primer paso para lograr nuestra Segunda y Definitiva Independencia. Por todo esto, desde Izquierda Socialista estamos impulsando la creación de un amplio Movimiento por el No Pago de la Deuda Externa. Llamamos a sumarse a todos los sectores que coincidan con esta propuesta.